Hace ya dos años que tomé la decisión de poner mi coche a la venta. Un proceso que fue largo y pesado pero que finalmente acabó bien.
Desde entonces, finales de mayo de 2019, vivo sin coche, lo cual tiene cosas buenas y cosas malas.
Hoy me ha dado por hacer un balance de los pros y contras de no tener coche. La idea es sacar mi propia conclusión de si compensa o no.
Cosas buenas de no tener coche
Gran ahorro
Cuando vendí el coche saqué números.
Estas son las partidas que tuve en cuenta a la hora de saber cuánto me había costado, de manera anual, tener coche:
- Amortización del coche: cada año el coche va perdiendo valor. Lo noté cuando lo fui a vender y me encontré que lo máximo que me daban era 6.500€ menos de lo que yo había pagado por él. Y eso en 4 años. Así que, sumen: 1.625€ anuales en el valor del coche.
- Mantenimiento: saqué una media de los 4 años que lo tuve. Entre neumáticos, revisiones varias, algún golpe que llevé a arreglar, batería… en total, 300€ cada año de media.
- ITV: unos 40€ cada 2 años, es decir, 20€ al año.
- Impuesto de circulación: unos 68 euros cada año dedicados a este impuesto.
- Seguro: cogí el seguro más barato aprovechándome de una oferta, por lo que conseguía pagar «solo» 350€ cada año.
- Parking: en el centro de Palma los aparcamientos son carísimos. A mi me lo alquiló un familiar que me hizo el favor de mantener el precio de su antiguo inquilino cuando los precios estaban subiendo. Pagaba 120€ cada mes, lo que hacen un coste anual de 1.440€.
No incluyo aquí la gasolina porque no creo que por no tener coche se ahorre mucho en esa partida. Al final me tengo que mover y gasto en billetes de autobús o gasolina para la moto.
Mi coche era un VW Golf diésel de 2012. Lo compré en 2015 de segunda mano por 13.500€ en bastante buen estado, pero incluso en ese caso tuve que ir haciéndole mantenimiento.
Lo vendí en mayo de 2019 por 7.000€, cuando ya tenía 7 años.
Si sacamos números de todas las partidas que he resumido, tener coche en esos 4 años me costó 3.803 euros de media anual.
Creo que esta cifra se puede optimizar. Hay que comprar un coche con un mejor equilibrio entre la pérdida de valor y el gasto en mantenimiento, y además, hay que gestionar mejor el tema del aparcamiento.
Si algún día me toca volver a compra un coche haré mis cálculos para ver cómo bajar esa cifra.
Evitar atascos
Si hay algo que no tolero y me altera el humor de una manera incontrolable, son los atascos.
Me desespera estar parado en una cola infinita de coches que no avanzan y que dudan, haciendo que todo vaya incluso más lento.
Además, en esa situación me da por meterme en la vida de las demás personas y juzgo cuál era la necesidad real de cada uno de los involucrados en ese atasco de coger el coche ese día. Me veo diciendo frases como: «¿Y tú dónde vas? ¿A comprar el pan en coche?».
En fin, terrible. Lo odio.
Por eso, después del ahorro que supone no tener coche, el segundo punto positivo es que ya no sufro atascos. Al menos no tantos.
En moto, los atascos no suelen afectarme mucho porque los sorteo rápido pasando entre coches. Y cuando voy en transporte público ni me entero, porque normalmente voy haciendo otras cosas y no me fijo en si hay mucha o poca cola.
Menos preocupaciones
Tener un coche lleva consigo tener que preocuparse por él.
Que si mantener un alquiler para tener dónde aparcarlo, que si acordarse de bajar a poner el ticket de aparcamiento, que si la ITV, que si el impuesto de circulación, etc.
Son cosas que, aun siendo pequeñas, van tirando de nuestra mente para que les prestemos atención y nos ocupemos de ellas. Y mientras nos ocupamos de esas cosas no estamos por otras quizás más importantes.
No tener coche me ha ayudado a liberar bastante esa carga que, hasta que lo vendí, no sabía que tenía.
Cosas malas de vivir sin coche
Tiempo de trayecto
El transporte público en Mallorca ha mejorado mucho de cuando yo tenía 15 o 16 años. Recuerdo que en aquellos años ir a Llucmajor, que es un pueblo que está a 25km de Palma, suponía 1 hora de trayecto.
Actualmente el bus que va de Palma a Llucmajor tarda aproximadamente media hora, y suele (o solía, porque ahora ha cambiado todo y de momento no va muy bien) ser bastante puntual.
Pero claro, hay un bus cada hora, más o menos, por lo que te tienes que adaptar a los horarios, lo cual, normalmente, supone tener que salir antes de casa.
Con todo eso, los tiempos de trayecto son muy superiores cuando se usa el transporte público que cuando se va en un vehículo privado. Y eso es un punto en contra a tener muy en cuenta.
Transporte de cosas
Desde que no tengo coche, he perdido totalmente la posibilidad de cargar cosas para transportarlas.
Eso es muy limitante para muchas tareas: ir a hacer la compra, llevar a más de un acompañante, ir a buscar a alguien al aeropuerto, etc.
Esto y la lluvia son los motivos más frecuentes por los que tengo que pedir un coche prestado.
Calidad de vida
No nos engañemos, tener el coche aparcadito debajo de casa, listo para subirse e ir a donde uno quiera, independientemente de si llueve o no, y de si tiene que cargar algo o no, es calidad de vida.
Y como calidad de vida que es, se paga.
Echo de menos la comodidad de no tener que pensar combinaciones complicadísimas para conseguir llegar donde quiero, con todo lo que quiero llevar.
Tener que pedir favores
Cuando decidí vender mi coche, me autoconvencí de que no pediría nunca un coche prestado. Que con lo que me ahorraba de no tenerlo, me podía permitir alquilar uno cada vez que me hiciera falta.
Y he alquilado coche varias veces, pero no es algo que se pueda hacer siempre.
Para alquilar un coche tienes que tener cierta previsión de que necesitarás el coche. Es decir, tienes que saber que el día siguiente lloverá y, anticipándote, tienes que ir a recogerlo para tenerlo el día que lo necesitas.
Así que, dada su incomodidad, me encuentro pidiendo un coche a familiares con bastante frecuencia. Por suerte lo suelo combinar bien para pedírselo cuando ellos no los necesitan, así que, por lo menos, no les causo una molestia a ellos.
Mojarse cuando llueve
El gran punto en contra de las motos es que te mojas cuando llueve, además de lo peligrosísimo que es circular con las carreteras mojadas.
Más de una vez he pecado de optimismo pensando que estaba ante 4 gotitas, y he acabado absolutamente empapado.
Por suerte, actualmente es más o menos sencillo anticiparse y prepararse para poder tener una alternativa los días que llueve.
Lo malo son los días que, de repente, llueve. Esos días me pillan totalmente descolocado y más de una vez he tenido que cancelar lo que fuera que tuviera que hacer lejos de casa.
Conclusión: ¿Compensa vivir sin coche?
Bueno, llegado el momento de la verdad, debo admitir una cosa: en mi caso, no tener coche compensa, sólo, por el tema económico.
Es el único punto a favor de no tener coche que es incompatible con tener uno.
Así que supongo que, cuando mi estabilidad económica mejore, acabaré comprando un coche.
Eso sí, lo compraré cuando pueda asegurarme de que tengo donde dejarlo aparcado por largas temporadas de manera segura, sin tener que preocuparme mucho por él.
Así podré compaginar coche privado y transporte público, y evitar de esta forma los famosos atascos de los que hablaba.
Acerca de Francesc
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