Habiendo ya cumplido un año desde que decidí dejar el trabajo por cuenta ajena para montar mi propio negocio ha llegado el momento de hacer balance.
En esta entrega no tengo intención de analizar cómo ha ido el negocio desde un punto de vista económico. Ni siquiera si está valiendo la pena el cambio.
Hoy hablaré de cómo pensaba que iba a ser tener una empresa propia y cómo ha acabado siendo.
Expectativas
En los meses previos a dejar el trabajo fui planteando cómo debía ser mi vida y mi trabajo a partir del día en que empezara con mi propio negocio.
Yo lo tenía claro. Lo había leído en un montón de libros.
Tenía que tener una idea de negocio. Hacer un MVP. Hacerlo crecer un poco. Contratar a gente para que se hiciera cargo del trabajo operativo y yo dedicarme a una función más estratégica. Pensar mucho, establecer contactos, ir mejorando los procesos e ir vigilando que todo se fuera haciendo según los estándares que había establecido anteriormente.
Realidad
Pronto la realidad me dio a entender que eso estaba muy bien, pero que no me lo pondría fácil.
La realidad es que he acabado haciendo el trabajo operativo durante la mayor parte de la jornada. Incluso muchas veces el trabajo que no me correspondería por el modelo de negocio que yo creo que tengo, pero que por no quedar mal con el cliente acabo asumiendo.
Pero, ¿y el trabajo ESTRATÉGICO?
Pensar pienso mucho. Pero mientras conduzco y, sobre todo, cuando no puedo dormir. Que no son pocas noches.
Conclusión: quería convertirme en un empresario y me he convertido en un autónomo. Que no está mal. Pero no es lo que quería.
Entonces, ¿qué ha pasado?
Ha pasado lo que nos pasa a todos siempre que estudiamos un temario nuevo.
Que la teoría es muy bonita y parece sencilla, pero llevarlo a la práctica es infinitamente más complicado.
Esto me recuerda a cuando estudiaba alguna asignatura de números.
Antes de empezar a hacer ejercicios te mirabas la teoría. Incluso veías algunos problemas resueltos. En ese libro todo quedaba clarísimo. Todo cuadraba y los pasos a seguir para resolver el ejercicio eran claros.
Luego, cuando te ponías, los ejercicios que salían al principio eran más bien pocos. Era frustrante. Pero ahí el camino estaba claro, seguir probando hasta que salieran.
Pues bien, aquí me está pasando lo mismo. Y la solución creo que es la misma: seguir probando.
El plan
Habiendo analizado lo que ha pasado en este primer año he sacado un primer plan para intentar cambiar esta trayectoria. La intención es enderezar el rumbo para que la realidad, poco a poco, se vaya asemejando más a las expectativas que tenía en un principio.
Después de darle bastantes vueltas, he visto que son 3 los principales aspectos en los que debo actuar primero para poder mejorar la situación.
Además, yo creo que son tres aspectos que marcan la diferencia entre ser autónomo y ser empresario.
Tener un presupuesto
Desde que empecé he ido sacando dinero de mi bolsillo a medida que lo he ido necesitando. Cuando había que hacer una página web, tarjetas de visita, registrar la marca, poner gasolina, etc.
Al no tener una previsión esto hace que nunca sepas cuánto es correcto que gastes por lo que, por temor a gastar demasiado a veces invierto poco dinero en algo que necesitaría una inversión más fuerte o me paso y gasto mucho en una partida que en un momento determinado me parece muy importante.
Con el bagaje de un año trabajando ya seré capaz de pensar un presupuesto. Dividir mis gastos por capítulos y dentro de cada capítulo poner las partidas más importantes, asignándoles un importe anual. Después, cada gasto se irá anotando y encajando en la categoría que le corresponda. Así sabré en todo momento cómo voy respecto al presupuesto y si puedo o no invertir en algo que en un momento dado me parece muy importante.
De hecho, esto es algo que ya hago con mis finanzas personales desde hace varios años. Solo que no me había parado a pensar que también era importante llevarlo al terreno empresarial.
Dentro de este presupuesto tiene que entrar también mi sueldo. El sueldo de las horas de trabajo que dedico a la empresa. No el beneficio o reparto de dividendos, si es que hay.
Eso por la parte de gastos. Pero también tiene que haber una previsión de ingresos. Se puede hacer con tres escenarios para poder tener una hoja de ruta específica para cada situación.
Con esto conseguiré saber si lo que estoy ingresando de clientes es suficiente para sostener la empresa que he diseñado o si hace falta hacer algo más, o cerrar. Hasta ahora el único indicador ha sido ver si podía pagar las facturas a final de mes. Eso es muy mediocre. No puede funcionar.
Financiación
Es una mentalidad muy de autónomo pensar que una empresa tiene que empezar a darte beneficio para vivir desde el primer momento. Y en muchos casos tiene que ser así, porque no queda otra.
Sin embargo, creo que es normal que una empresa necesite más dinero del que ella sola da en las etapas de crecimiento. Está claro que esto es peligroso, pero para ello está el presupuesto anterior. Y para ello están los escenarios, para poder calificar la marcha del negocio y poder valorar si es mejor cerrar que seguir metiéndole dinero.
Cuando hablo de financiación no me refiero a acudir a bancos solamente. También puede ser dinero puesto por los socios. Al final un negocio es una inversión. Arrancas una empresa poniendo dinero propio esperando que ese dinero te de una rentabilidad en el futuro.
Al hecho de que una empresa use recursos ajenos para llevar a cabo su negocio se le llama apalancamiento y se estudia en todas las escuelas de negocios. Pero cuando empiezas a usar dinero que no es tuyo sin que entre mucho la sensación de vértigo es difícil de sostener.
Con lo aprendido en el primer año he visto que la empresa o crece o da para vivir. Las dos cosas a la vez es difícil.
Es el momento de averiguar durante cuánto tiempo tengo que asumir que tendré que ponerle dinero ajeno. Ver si me compensa y si es así asumirlo sin más.
Una vez más se trata de tener datos para poder valorar si las cosas van bien o no. Si seguimos o paramos.
Delegar
Los motivos por los que hasta el momento no he delegado son dos:
- A duras penas me da para que viva yo, como para meter a otra persona
- Como voy a meter a otra persona si ni yo controlo aún todo lo que hay que hacer
Creo que ambos son sentimientos muy normales. Bueno, normales en autónomos. No en empresarios de éxito.
El primero se soluciona con las dos mejoras propuestas más arriba. A la hora de hacer el presupuesto hay que poner el sueldo de una persona más si se considera que será necesaria. Valorar qué tipo de contrato se le hará. Después será cuestión de ver los números para averiguar si es posible o no. Si sale que no habrá que decidir si se sigue adelante sin personal o si por el contrario es mejor cerrar.
El segundo es más complicado. Quitando el lado económico, desde mi punto de vista delegar se basa en tres pilares fundamentales:
- Saber detectar qué perfil hace falta: parece sencillo, pero en mi opinión no lo es. Una empresa tiene muchos trabajos diferentes. Cuando el personal escasea el empresario es quién asume la mayor parte de ese trabajo. Es necesario detectar dónde el dueño de la empresa aporta más valor. A qué es mejor que dedique sus horas. Las tareas en las que puede aportar menos valor son las que se deben delegar. Normalmente esto corresponde al trabajo operativo, pero para ello es necesario que estén bien documentados los procesos. Que exista un sistema.
- Saber seleccionar a la persona: revisar currículums, hacer entrevistas… Es complicado acertar tan solo con un documento que puede no haber escrito la persona y 30 minutos de conversación. En mis anteriores trabajos he tenido la oportunidad de participar en procesos de selección y es una tarea complicada. A veces sale mal y hay que volver a empezar por lo que lo que te iba a quitar tiempo al final te ha robado el poco que tenías.
- Confianza: superados los dos pilares anteriores lo mejor es desaparecer. Al menos por un tiempo. Confiar en que la persona llevará a cabo el trabajo de manera satisfactoria. Creo que lo mejor es poner algunos «check points» para ir vigilando y teniendo una referencia, pero partir de la idea de que todo irá bien. Es la única manera de poderse dedicar a lo que anteriormente se ha decidido como prioritario.
Hay otras cosas importantes a la hora de delegar. Por ejemplo, hay que estar preparado para lo peor. Actuar cuando se detecta algo que no está bien o cuando de manera repetida no se cumple con el trabajo. Pero en un principio es mejor pensar que todo irá bien.
Conclusión
Ya para acabar. La conclusión es que de cara al próximo año voy a intentar ser más empresario y menos autónomo. Es hora de empezar a hacer crecer la empresa, con ambición y con cabeza.
Lo primero será hacer el análisis de lo sucedido hasta ahora y la previsión de lo que debería suceder durante los siguientes 12 meses. Si este análisis cuadra y sale que hay que seguir remando, habrá que trabajar duro para cumplir lo que salía en el papel.
Iré compartiendo por aquí las experiencias y conclusiones que vaya sacando de todo esto.
Acerca de Francesc
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