Reflexión tras cumplir 34 años

El pasado martes, día 30 de marzo, cumplí 34 años.

Para celebrarlo me cogí 2 horas libres por la mañana para salir con la bici, fui a comer a casa de mis abuelos (lo hago todos los martes), los cuales habían encargado una paella para el día especial en el que nos encontrábamos y por la tarde di un paseo con Julia, antes de ir a cenar a casa de mis padres.

Hoy, tres días más tarde, pensando el tema sobre el que me apetecía escribir esta semana, me ha hecho ilusión hacer una reflexión sobre la edad y lo que representa cumplir años para mí.

En ese momento me he acordado de que en algún momento empecé a escribir un borrador de un post que justamente trataba de eso, y lo he buscado.

Así que lo primero, copio aquí la reflexión que según iCloud hice el día 4 de mayo de 2019.

A propósito de la edad

No sé si a ti también te habrá pasado. Es algo que he tendido a pensar muchas veces durante mi vida y acaba de perder todo el sentido.

Cuando mantenía conversaciones con personas algunos (o muchos) años mayor que yo, padecía algún tipo de inseguridad motivada por el hecho de ser más joven, y en consecuencia, tener menos experiencia que la persona que tenía enfrente. Dando por seguro que a medida que avanza la edad, las inseguridades desaparecen y todo el mundo está 100% seguro de aquello que saben y de lo que quieren.

Ha sido a medida que he ido cumpliendo años que he visto que, por un lado, algunas de mis inseguridades seguirán en mi cabeza tanto tiempo como yo les deje, esperando a que haga algo para que desaparezcan. Y por otro lado, al coincidir en el trabajo con mucha más gente mayor que yo, veo que todos, absolutamente todos, tenemos algunas inseguridades.

A raíz de todo esto he llegado a algunas conclusiones:

Vuelta al presente

Este era, sin cambiar ni una coma, el escrito que hice en mayo de 2019 y todavía hoy lo suscribo.

Es importante entender el contexto en el que escribí eso, pues hacía pocos días que le había comunicado a mi jefe en la empresa donde trabajaba que a finales de junio dejaría el trabajo porque quería iniciar un proyecto por cuenta propia.

Para hacerlo había tenido que romper un montón de barreras limitantes, entre las que se encontraban las inseguridades, pensar que ya era demasiado tarde para el negocio en el que quería entrar, o que los clientes me considerarían demasiado joven para ese trabajo.

Hoy me doy cuenta de que la edad, para emprender y para el trabajo en general, no tiene ningún tipo de importancia si uno está convencido de lo que hace y lo que quiere.

Estoy en la madurez

Lo único que ha cambiado de esa época a ahora, es que en ese momento aún me tenía que autoconvencer de que la edad no debía ser un impedimento para hacer lo que me apetecía, ni por demasiado viejo ni por demasiado joven.

Hoy eso ya me preocupa cero.

De hecho, me ayudó mucho el artículo que escribí hace algunos meses sobre hasta cuando se es joven, donde asumí que ya había pasado a la fase de madurez de la vida.

Me he dado cuenta de que todos, independientemente de la edad, en algunos contextos nos seguimos sintiendo el niño o niña que algún día fuimos.

Cumplir 34 años

Y hasta aquí las filosofadas. Bueno, o no.

Cumplir 34 años no ha supuesto nada muy especial para mí, tan solo me ha recordado lo rápido que pasan los años y lo importante que es aprovechar el tiempo.

A modo de resumen, esto es lo más importante que me ha pasado mientras tenía 33 años:

Cosas que quiero hacer antes de cumplir 35 años:

Viendo lo que quiero en este nuevo año me doy cuenta de que debo considerar que estoy bastante bien como estoy, porque no veo muchas cosas que impliquen cambiar lo que estoy haciendo.

Eso me tranquiliza 🙂

Conclusión

A modo de conclusión, una sola frase: Hay que aprovechar el tiempo al máximo eliminando aquello que no nos aporta nada y no contribuye a la felicidad.

Eso no siempre es fácil, pero lo importante es trabajar para conseguirlo aunque sea muy lentamente.